La basura y el reciclaje

Los residuos desechados y otros desperdicios son una constante en la historia del hombre. Se trata de una consecuencia inherente a su existencia. Si bien cuando el ser humano era nómada o se establecía en pequeñas comunidades agrícolas, estos residuos eran reintegrados al medio ambiente por la misma naturaleza: al desintegrarse en los ríos o mediante su empleo como alimento para animales y abono para el cultivo. De unos siglos al presente esto ha dejado de ser posible por la magnitud de los desechos y la falta de consciencia social.

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Esa es la labor a realizarse en las aulas. Proveer a los jóvenes mexicanos de una adecuada cultura de la basura. Es necesario que en todo el país se reconozca lo importante de no tirar ningún tipo de residuo en la calle y se pida una política que considere los materiales reciclados. En algunas regiones del país, como en la Ciudad de México, ya se toman las primeras medidas al respecto. Actualmente, en algunos lados, se solicita que desde casa se divida la basura en orgánica, toda aquella proveniente de los seres vivos, e inorgánica, propia de los objetos que fabrica el ser humano, y así se le entrega al barrendero o al camión correspondiente. De esta manera se ayuda a darle una nueva vida útil.

Hoy nuestro país es uno de los estados más sucios en el planeta, debido a que sus desechos son depositados en tiraderos a cielo abierto o son incinerados, algo sumamente contaminante. En México se estima una producción aproximada de 39 millones de toneladas anuales de basura, de las que poco más de cuatro millones pertenecen a la capital. Un mexicano genera cada día poco menos de un kilo de basura, menos de la mitad de lo producido por algún habitante de Europa o Estados Unidos. Sin embargo, en varias de estas naciones como Alemania, Holanda y Bélgica, ya se tomaron medidas severas para solventar la problemática de qué hacer con los residuos desechados. La respuesta es el reciclaje, el cual para hacerlo verdaderamente efectivo requiere de buena planeación por parte de las dependencias correspondientes y de generar una verdadera consciencia social al respecto.

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Hacer que varios materiales pasen por un determinado proceso para que vuelvan a ser aprovechables, ahorra recursos y reduce la contaminación ambiental. Se ha comprobado que vivir a no más de dos kilómetros de distancia de algún relleno sanitario provoca daños a la salud. Aparece un elevado número de casos con cáncer cervical, de estómago, próstata y pulmón. Además, si los rellenos no se han establecido en lugares que cumplan con las reglamentaciones respectivas. Pueden contaminar los mantos acuíferos de núcleos urbanos. Incluso, contaminantes en los depósitos pueden terminar en suelos propicios para la agricultura e impedir que se desarrollen cultivos sanos.

La cultura de reciclar debe volverse parte de nuestro diario vivir. Tal vez si ahora se comienza a separar entre basura orgánica e inorgánica, posteriormente se amplíe esta tarea a colocar papel, plástico, metales, vidrio, desperdicios de alimentos, desperdicios humanos y madera, en distintos tipos de bolsas, para ahorrar tiempo en su reciclaje y llegar a los grados de reducción de desechos de países desarrollados. Todo está en nuestras manos y, claro está, en hacer conscientes de ello a los futuros ciudadanos y líderes del país.

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