El viaje de la canica de Teresa

Siempre se ha dicho que el magisterio es un apostolado. Yo pienso que, cuando hay vocación, es una actitud que nos llena de satisfacciones. Es el caso de mi hija Teresa, que ha sido y sigue siendo muy inquieta hasta la fecha. A mediados de los años 60 del siglo pasado, Teresa cursaba el tercer año de primaria y tenía una maestra “de cuyo nombre no puedo acordarme”. La maestra aprovechó magníficamente un accidente que le ocurrió a mi pequeña, y por eso no puedo dejar de recordar su capacidad didáctica y su imaginación.

Imagen de Melly 95

Cierto día, Teresa se tragó una canica y, después del susto, la llevé con un médico que vivía en la casa contigua a la mía, y que –de paso– era mi compadre. El doctor, después de examinar a mi niña, nos indicó que no había peligro y que solamente teníamos que esperar la salida de la canica por el conducto debido.

Al informarle a la maestra que Teresa no asistiría ese día a la escuela y la razón de la inasistencia, me pidió que le llevara tres radiografías sucesivas. Yo no sabía para qué demonios me pedía ella las radiografías, pero decidí hacerle caso sin preguntar.

El día que le llevé la primera, mi sorpresa fue mayúscula, pues la maestra me invitó a pasar para que yo presenciara una clase de anatomía. Sacó un esquema del aparato digestivo y les preguntó a sus alumnos que dónde creían que estaba la canica dentro del aparato digestivo de Teresa. Los niños pasaron a señalar diversas partes del esquema y la maestra fue escribiendo los nombres de esos sitios de la anatomía. Posteriormente les mostró la radiografía que yo le había llevado. Allí se veía perfectamente un punto blanco que correspondía a la dichosa canica. Comparó la radiografía con el esquema y aprovechó la situación para enseñar los órganos del aparato digestivo.

Le llevé, después de varios días, dos radiografías más a la maestra. Ella misma me contó que sus alumnos cruzaban apuestas respecto al sitio posible del paso de la canica y que repetían: “En el aparato digestivo de Teresa”.

Yo pienso que aquellos niños jamás olvidaron tan didácticas lecciones.

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