Yo quiero a mi muñeca porque la he tenido desde que tengo 5 años. Tiene su ropita maltratada y ya no tiene pelo, pero yo la peino con mucho cuidado y le pongo una gorrita rosa. Y cuando vienen mis amigas jugamos a las comadritas con nuestras muñecas. Yo con Margarita, que así se llama mi muñeca, y ellas con las suyas.
Cuando la baño se está quietecita y se deja bañar, la seco y le pongo su ropita y se deja peinar, ponerse las calcetas, los zapatos, y se deja echar crema. Y se duerme muy temprano y despierta tempranito.
Margarita es chiquita, tiene pelo rubio, su boca chiquita y sus ojos cafecitos como los míos y los de mis papás y mis hermanitos. Margarita tiene el nombre de una flor, porque tiene la carita y todo el cuerpo blanco y suavecito. Cuando le doy de desayunar se lo come todo, y por eso yo la quiero mucho, porque es obediente y, además, porque es mi amiga y mi confidente. Cuando estoy triste y lloro y me meto a mi cuarto, la abrazo fuerte y siento que ella me comprende y también me abraza y me mira con sus ojos fijos, y aunque no me habla, yo sé que ella también me quiere.
V. G. G., niña de 8 años, cursaba 3º de primaria en la escuela Ford Nº 42, Toluca, Estado de México, cuando escribió este texto.