Un arrecife es una formación de roca, arena u otros elementos que se encuentran a una profundidad de 10 a 15 m de la superficie del agua. Los arrecifes de coral se formaron de estos pequeños seres –los corales– que viven asentados en el fondo del mar. Los corales crean un esqueleto de cal y otras sustancias para proteger su cuerpo. Esos esqueletos toman diferentes aspectos, entre ellos la de arbusto o pequeño árbol que la mayoría conocemos. Los arrecifes se forman de los esqueletos elaborados por los corales durante miles de años.

Un arrecife conforma un ecosistema muy diverso, pues provoca un ambiente donde se desarrolla una cadena alimenticia considerablemente larga por parte de la fauna que reúne, desde el consumo de plancton hasta de crustáceos y peces. Muchas especies conviven en este ecosistema y aprovechan los beneficios que ofrece, entre las mayores ventajas que encuentran están, la comida, por supuesto, pero también aguas y litorales con mayor protección ante las tempestades y el oleaje violento.

Además, los arrecifes de coral lucen una belleza natural inigualable, por lo que cientos de miles de turistas visitan las costas de los países donde se encuentran los más conocidos y hermosos. Sin embargo, debemos ser cuidadosos con estos ecosistemas pues también son susceptibles al cambio climático, la pesca con sustancias nocivas o explosivas, y la sobreexplotación turística. Debemos aprender a convivir con nuestro entorno sin afectarlo para que nuestros hijos y nietos también puedan disfrutar de las maravillas de la naturaleza.